La puesta en marcha de la campaña “QUE NO MEDICALICEN TU VIDA”  por parte de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) está dando lugar, en el tiempo, a que los profesionales de la salud no hagamos más que insistir en el Uso Racional de Medicamentos.
No es un tema baladí por lo que insistir –y volver a insistir- sobre algo que no puede ser más que beneficioso, nunca estará de más. Y si se refiere, como es el caso, a la salud infantil los profesionales de la misma debemos ser los primeros en exigirnos.
Recientemente el Presidente de la Sociedad Española de Pediatría Extrahospitalaria y Atención Primaria (SEPEAP) escribía sobre Responsabilidades y Reto Profesional al hablar de las consideraciones sobre el uso de medicamentos en la revista de Formación Continuada de dicha sociedad (Pediatría Integral). Como pediatra de Atención Primaria vocal de la SEPEAP por Navarra, y dado que en esta comunidad distintos profesionales y asociaciones de pacientes nos hemos comprometido a ello, quiero aportar mi comentario como llamada de atención para no medicalizar innecesariamente la salud. Lo hago siguiendo las directrices de la Organización Mundial de la Salud (OMS) con el convencimiento de que la Atención Primaria es el nivel inicial de atención que garantiza la globalidad y continuidad de la atención a lo largo de toda la vida del paciente, actuando como gestor, por lo que comprende actividades de promoción de la salud, educación sanitaria, prevención de la enfermedad, asistencia sanitaria y mantenimiento y recuperación de la salud, conceptos que por sí mismos explican el porqué de esta aportación mía.
Si importante es la relación médico-paciente, en la Pediatría de Atención Primaria esta relación pediatra-familia-entorno del niño es la base de la consulta diaria, y la reflexión que aporto es tan simple como fundamental: un síntoma no conforma una enfermedad, no es la causa sino la consecuencia, y será la evolución de la situación clínica la que nos dictará, desde el sentido común, sin prisas pero vigilantes y poniendo siempre por delante el estado general del paciente, qué ir haciendo y cómo ir tratando de la forma más correcta.
Dar tiempo al síntoma y a la respuesta de la naturaleza del paciente, permite distinguir lo banal (“fisiológico”) de lo importante (“patológico”).
Dr Raimon Pèlach Pániker
Pediatra de Atención Primaria y vocal de la SEPEAP.
Pamplona, Navarra.